Cuando el término "Inteligencia Artificial (IA)” es mencionado, la idea de un futuro distópico en el que los robots superan a los humanos es la que predomina, incluso sobre la definición más elemental del concepto. Y cuando se habla de implementar la IA en una empresa, ese futuro se ve aún más lejano y hasta monetariamente inalcanzable.
Sin embargo, el uso de la IA podría ser mucho más fácil y accesible de aplicar en una empresa de lo que parece. La IA puede implementarse para distintos fines como optimizar tiempos, aumentar la productividad, generar diseños o presupuestos y facilitar las tomas de decisiones.
¿Qué es la inteligencia artificial y qué buscamos hacer con ella? Virginia Robano, Doctora en Economía y Directora Ejecutiva de Áurea, que co-diseña estrategias de innovación responsable, explica que el objetivo principal es que la máquina trate de reproducir algunos comportamientos humanos como aprender, razonar o poder extrapolar la información. La máquina, al resguardar estos datos, puede seguir un proceso deductivo y aplicar esa lógica para tomar decisiones.
“Implementar la inteligencia artificial brinda una nueva oportunidad para tomar decisiones dentro de la empresa basadas en funciones de probabilidad; es aprender a interpretar el entorno”, dice Virginia en el webinar “IA: cómo subirse a un tren en marcha”.
Una de las ramas de la inteligencia artificial es el aprendizaje profundo, un proceso iterativo para construir “árboles de decisión”. El aprendizaje automático o profundo transforma un problema complejo en una serie de problemas simples, y permite calcular, conforme recibe nueva información, cuáles son las probabilidades de éxito de cada uno de éstos.
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