La vivienda social en América Latina enfrenta múltiples barreras, entre ellas la dificultad de acceder a financiamiento adecuado para hogares de ingresos bajos y medios. En respuesta, instituciones financieras están adoptando estructuras innovadoras, como bonos sociales y programas de titularización, para atraer inversiones nacionales e internacionales y apoyar el desarrollo de productos hipotecarios accesibles. Estas estrategias permiten ofrecer préstamos con plazos más largos y tasas competitivas, adecuadas para sectores con capacidad de pago limitada. Un ejemplo destacado es el bono social emitido por Home Mortgage Bank y RBC Caribbean en Trinidad y Tobago, orientado a financiar hipotecas subsidiadas y ampliar la duración del financiamiento disponible en el país.
Por otra parte, la inclusión financiera cobra un rol central en este ecosistema de soluciones. Entidades como Fedecredito, en El Salvador, han impulsado esquemas de financiamiento que aprovechan los flujos de remesas como respaldo para emisiones temáticas, incluyendo bonos sociales con enfoque de género. Esto ha permitido canalizar recursos hacia mujeres vulnerables y pequeñas empresas lideradas por mujeres (WMSMEs), contribuyendo a reducir las brechas de acceso y promover la equidad. Las alianzas público-privadas refuerzan esta dinámica, combinando recursos estatales y privados para desarrollar mecanismos más efectivos y sostenibles. Así, América Latina avanza hacia un mercado de vivienda más inclusivo y resiliente, donde la innovación financiera se convierte en una herramienta clave para el desarrollo social.
Accede al blog aquí: La vivienda social en América Latina, un problema complejo que requiere soluciones innovadoras
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