Las bananas ecuatorianas, la soja argentina, el trigo brasileño, el cobre chileno, las carnes uruguayas, el petróleo venezolano, el gas boliviano, etc. Lo que tienen en común todos estos productos es que se los clasifica como un commodity.
Se define como commodity a todo bien que es producido en masa por el hombre, o del cual existen – vastas cantidades disponibles en la naturaleza, que tiene valor o utilidad, y un muy bajo nivel de diferenciación o especialización. Existe por ellos una demanda en el mercado que es el que determina el precio, y se comercian sin diferenciación cualitativa en operaciones de compra y venta. Por lo general se entiende que son materias primas o bienes primarios, que al basarse en una calidad estándar mínima, no existe una sustancial diferencia entre los mismos. Esto quiere decir que el trigo producido en Brasil, por ejemplo, no es esencialmente distinto al de Argentina o algún lugar de los Estados Unidos.
Generar valor agregado
El término manufactura (que procede del latín manus, mano, y factura, hechura) hace referencia a la transformación de materias primas en productos elaborados o terminados para su distribución y consumo. La manufactura es la actividad del sector secundario de la economía, también denominado sector industrial, sector fabril, o simplemente fabricación o industria.
El desafío de dar valor agregado a sus productos supone para América Latina incorporar cierto grado de diferenciación y elaboración que les permita ingresar en mercados con altos márgenes de ganancias, en comparación con los que no tienen diferenciación y, en consecuencia, márgenes de ganancias más exiguos, como es el caso del mercado de los commodities.
En términos económicos, el valor agregado es el valor económico adicional que adquieren los bienes y servicios al ser transformados durante el proceso productivo. En otras palabras, el valor económico que un determinado proceso productivo añade al que suponen las materias primas utilizadas en su producción.
Incorporar cierto nivel de producción a las bananas ecuatorianas, la soja argentina, el trigo brasileño, el cobre chileno, las carnes uruguayas, el petróleo venezolano o el gas boliviano, por ejemplo, les permitirá a estos países sumar estabilidad a sus economías y que no estén tan sujetas a los vaivenes de los precios mundiales de los commodities.
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