Por: Víctor Roa
Acabo de regresar de la bella ciudad de Buenos Aires luego de facilitar el taller PM4R de un importante proyecto en el área de seguridad ciudadana y tuve la dicha de toparme con un compatriota venezolano quien, entre conversaciones y un café, me contaba de su experiencia desde el momento en que alguna vez pensó en dejar nuestra amada tierra hasta el día en que estábamos allí sentados. Escuchándolo muy detenidamente pensaba: ¡éste es uno de los mejores gerentes de proyecto que jamás había conocido!
No tenía idea de estándares ni de mejores prácticas, pero el relato que hacía en cuanto a la preparación y planeación que tuvo que hacer antes de emprender su viaje, y luego la ejecución del mismo, me dejó altamente sorprendido. Desde planificar el financiamiento y la fuente que debía tener para cubrir sus gastos de viaje y los primeros tres meses de estadía, hasta un plan detallado con hitos para preparar y llevar la documentación que requería tanto legal como académicamente. Me explicaba que en el proceso preparó algo muy similar a una matriz de riesgos, en donde colocaba posibles imprevistos que se podrían materializar y un plan de acción para mitigarlos o en caso de ocurrencia, disminuir el impacto que podía tener en sus planes.
Definitivamente luego de esta experiencia y haber conocido a este paisano, me reafirmó que la gerencia de proyecto es en esencia el sentido común (que muchas veces es el menos común de los sentidos) y que muchos de nosotros sin saberlo la aplicamos a nuestro día a día.
La vida misma es un proyecto.
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